Para los que no saben cómo y qué pasó, les puedo decir que nosotros tampoco lo entendemos. Todo fue tan rápido. Los médicos detectaron lo que pensaron era un pólipo en la vejiga que probablemente era la causa de los sangrados. Dijeron que era necesario sacarlo para que no causara problemas mayores y que era un procedimiento muy sencillo, con laser….pronto estaría de regreso en casa. Lo creí y la esperaba de vuelta al día siguiente.
Parecía salir bien de la operación y estaba atendida todo el tiempo, pero a eso de las 3 a.m. simplemente dejó de respirar… con la misma paz con que vivió toda su vida luego de descubrir a su gran Amigo, Jesús.
¡Hemos compartido tanta vida juntos en estos casi 60 años de amistad! … alegrías y risas… incógnitas y grandes desafíos… tristezas, bajones y levantadas en esos muchos años viajando con los jóvenes por todos los rincones de nuestra América Latina. Digo “nuestra” porque aunque las dos venimos de países lejanos, aprendimos a amar estos países y su gente como si fueran los nuestros. Siempre decía: “Vivimos en la seguridad de lo inesperado.” Pero en todas estas alegrías y tribulaciones estaba siempre Jeanne, firme en su fe y transmitiendo su fuerza a todos nosotros, no tanto por palabras, sino por el ejemplo de su vida… verdaderamente ese Pilar de Espiritualidad que la llama nuestro amigo Pedro Gaudiano en su libro.
No es que los cuatro estábamos de acuerdo en todo siempre. Muchos son los testigos que vieron las chispas saltar cuando estábamos los cuatro entre nosotros… pero debajo de todo eso permanecía firme esa gran misión a la que nos llamaba el Señor … a cada uno en Su forma muy especial. Eso era el pegamento fuerte que nos mantenía unidos y amándonos en el fondo con ese amor que sólo Él puede dar cuando se lo pedimos sinceramente. Así fue que las “pruebas” se tornaron profundas bendiciones.
No puedo negar que me duele tanto pasar por su cuarto y no verla sentada serenamente en su sillón con el rosario en la mano, o durmiendo con las hojas del diario caídas en el piso en torno a ella, o no escuchar el click-clack de su andador camino al comedor puntualmente para cada comida, o no poder disfrutar de su risa espontánea al escuchar algún comentario que le parecía gracioso. Ese sentido de humor fue siempre un gran regalo, no sólo para ella sino para todos nosotros. Muy bien podría haberse frustrado de no poder encontrar las palabras para expresarse y ni siquiera poder escribir…pero ni una vez le escuché quejarse. Todo lo contrario, pues tuvo la gracia de mantener ese sentido de humor que nos envolvió a todos, ella y nosotros, en momentos de alegría y aceptación en vez de frustraciones y amarguras.
Pero lo más asombroso era lo que pasó con otro querido amigo, Luis Puig, compañero de nuestra misma generación, Luis Puig, en Río de Janeiro. Él era uno de los fundadores y directores del Movimiento Iniciativas de Cambio (Iniciativas de Mudanҫa) en Brasil. Justo cuando estaba por llamarle para contarle lo de Jeanne, recibimos la noticia de que él también y casi al mismo tiempo y de la misma forma, se había ido al cielo. Los dos simplemente dejaron de respirar en su sueño, con toda paz y confianza. ¡Era como si lo hubieran calculado para ver quién llegaba primero a reunirse con sus seres queridos! ¡Dos vidas totalmente entregadas para el bien de la gente y la gloria de Dios!
Otro acontecimiento que para mí fue muy impactante fue el gesto de los jóvenes del Centro de Formación (CF) trabajando en Tacuarembó (5 horas al norte de Montevideo). En esa semana habían comenzado sus actuaciones allá, una cantidad de talleres y presentaciones para personas de todas las edades. Se reunieron para decidir juntos qué hacer: todos querían estar en el velorio y la sepultura, ¿pero cómo hacerlo en medio de tantos compromisos en esa ciudad? Unánimemente los valientes jóvenes animaron a sus coordinadores para que fueran a despedirse de su amiga y que ellos solos asumirían la responsabilidad de las actividades del día siguiente. ¡Dijeron que sería su homenaje a Jeanne!
Así fue que a las 22 horas del jueves, luego de un taller muy importante para más de cien docentes en Tacuarembó, partieron Ismar, Sandra, Romeo y Aracely en la camioneta del Obispado, gracias a la generosidad del Obispo, Mons. Julio Bonino. Llegaron a tiempo para las últimas horas del velorio, la hermosa Misa celebrada por nuestro querido amigo Padre Marcelo al comenzar la mañana y luego para presenciar la sepultura antes de volver enseguida a Tacuarembó.
En su homilía el Padre Marcelo destacó muchos aspectos importantes de la vida de Jeanne: su humildad y sencillez, ese “sello” fundamental como base; su búsqueda sincera “desde orígenes complicados” y rebeldías; su encuentro profundo con Dios, su “punto fijo”, como el de Arquímedes, desde donde descubrió su vehículo, ¡Viva la Gente!, luego Gente que Avanza, para transmitir a otros “eso que a ella le cambió la vida”; y luego saber perseverar en eso. “Jeanne es una mujer perseverante, mujer de oración, diálogo e intimidad con Dios. Es así. La veíamos en paz y serena, pero detrás había una vida interior muy dinámica… siempre queriendo acercarse más al Señor Jesús.”
Como en todo lo que nos pasa siempre se vislumbra algún rayo de luz, quiero mencionar algo en la sepultura que nos hizo reír a pesar de nuestra tristeza y del lugar tan solemne. Cuando vimos que bajaron el ataúd de Jeanne justito al lado del de Bernard, pensamos… ¡¿Cómo habrá sido esa bienvenida de Bernard?! ¡¿Habrá dicho: “¡O por Dios! ¡Otra vez Jeanne! ¡¿Cómo puede un pobre hombre liberarse de tantas mujeres?! “ ¡Pero NO! Estoy segura que ese recibimiento habrá sido de lo más gozoso y acogedor.
Así con Luis y Jeanne ahora Dios va poblando el cielo de gente buena que son nuestros aliados poderosos allá. Seguro que ellos también continúan esta misma misión por la que dieron sus vidas tan generosamente aquí. ¡Qué gran consuelo las palabras, “… Yo mismo secaré las lágrimas de los ojos de todos …. cambiaré su tristeza en alegría!” ¡Yo mismo! Hay que atravesar el dolor, pero luego viene la gloria junto a Él. Da sentido total a nuestras existencias… y por cierto que Jeanne y Luis ahora lo están gozando! ¡Cómo no regocijarnos con ellos y con todos los demás que nos han precedido allá!
¡Querida Jeanne, compañera de toda una vida en esta hermosa misión que el Señor nos encomendó, a cada una en su lugar y tiempo perfecto! Te extraño. Eras siempre mi “ancla” de paz y serenidad en medio de mis mares turbulentos. Sigues siempre en nuestros corazones, como también Bernard y mi “Viejito” Omar. ¡Que nos ayuden a los que quedamos aquí a continuar fieles a Nuestro Dios y a la gente que espera esa nueva vida que Él les quiere dar a través de estos humildes canales que somos. Sé que luego nos encontraremos estos cuatro “locos” juntos en Él… ¡y para siempre!