Entrega de Premios: Reseña y Alocuciones
Montevideo, 13 de noviembre de 2023
En 2023 la Fundación Omar Ibargoyen Paiva (FOIP) organizó un concurso internacional
de ensayos académicos sobre el tema “Sesquicentenario de ‘La Educación del Pueblo’
de José Pedro Varela (1874-2024)”.
La entrega de premios se realizó el 13 de noviembre en la sede de Fundación.
Luego de la bienvenida realizada por el Presidente de la FOIP, el Sr. Miguel Ferreyra,
hicieron uso de la palabra los otros dos integrantes de la Directiva de la Fundación, la
Psic. Irene da Silva Oliveira y el Dr. Pedro Gaudiano. A continuación se entregaron los
premios, y los ganadores del concurso expresaron su agradecimiento: el Prof. Alfredo
Alpini (2° Premio) y la Prof. Silvana Espiga Dorado (1er. Premio).
Luego dirigieron unas breves palabras los integrantes del Jurado: el Profesor Emérito
Agapo Luis Palomeque, la Dra. Susana Monreal y el Dr. Leonardo Guzmán. También
intervino el Consejero del CODICEN Dr. Juan Antonio Gabito Zóboli. Cerró el acto el
Presidente de la FOIP, invitando a compartir un brindis. Se ofrece, a continuación, el
texto de las alocuciones realizadas durante el evento.
IRENE DA SILVA OLIVEIRA
“Estamos un poco emocionados con este evento, porque es algo muy importante que
esto se esté dando en nuestra Fundación, que lleva el nombre de Omar Ibargoyen
Paiva. Omar era un abogado uruguayo (fallecido en 1993) que estimulaba mucho este
tipo de actividad y fue impulsor de muchos concursos por América Latina. Después de
varios años, es la primera vez que estamos impulsando nuevamente un concurso, y
ojalá que haya muchos más.
La Fundación Omar Ibargoyen Paiva tiene este propósito de estimular todo lo que
tiene que ver con la formación y el crecimiento personal, principalmente en la
juventud. Tenemos en marcha varios proyectos, y aquí están presentes algunos
representantes de la juventud del interior del país, que están siendo beneficiados por
algunos de esos proyectos de la Fundación”.
PEDRO GAUDIANO
“Estamos reunidos en la sede de esta Fundación, creada por Omar Ibargoyen Paiva,
que tenía una gran visión latinoamericana, y por eso todas estas banderas en esta sala.
Junto con su esposa, Jeanette Alonso (y con Jeanne Azam y Bernard Pâris) crearon el
Movimiento Latinoamericano ¡Viva la Gente!, luego llamado Gente que Avanza. De ahí
la fuerte impronta de mirada latinoamericana. Desde la Fundación nos preocupa y nos
interesa tener una mirada hacia el Uruguay, pero especialmente hacia el interior de
nuestro país.
A comienzos de 2022 surgió en la Fundación la idea de conmemorar en el año 2024 los
150 años de la publicación de “La Educación del Pueblo” de José Pedro Varela, texto
que marcó la historia de la Reforma Educativa en el Uruguay. Para eso decidimos
organizar un concurso de ensayos académicos, de carácter internacional. Así comenzó
un largo proceso, en el cual intervinieron muchas personas e instituciones, a las que
brevemente quiero mencionar en agradecimiento a todo el apoyo que nos han
brindado.
La primera persona con la cual tuve contacto para presentarle la idea del concurso fue
la Maestra Directora Silvia Paola –muchísimas gracias por acompañarnos hoy–,
actualmente Directora de la Biblioteca y el Museo Pedagógico. En aquel momento,
ambas instituciones estaban separadas, y por eso me puse en contacto con la entonces
Directora del Museo, la Maestra Mónica Blanco, y también con Gabriel Scagliola y con
algunas otras personas tanto de la Biblioteca y del Museo, que son lugares de
referencia para el estudio de la persona y la obra de José Pedro Varela.
En segundo lugar, estuvimos en contacto con los Institutos Normales de Montevideo,
fue muy importante el apoyo de su Directora Edilia Pozzo, de la Subdirectora Analía
Rivero, y especialmente del encargado del Archivo Histórico de los Institutos Normales,
el profesor Rodolfo Míguez, que lamentablemente no ha podido estar aquí presente,
pero que ha sido un puntal, ha sido una pieza esencial en todo este proceso de
elaboración, creación y organización de este concurso.
Tenemos que agradecer especialmente a la Dirección General de Educación Inicial y
Primaria que, en la persona de la Directora Graciela Fabeyro, declaró ‘de interés’ este
concurso el 13 de setiembre de 2022.
Poco después, el 9 de noviembre de ese año, obtuvimos la declaración ‘de interés
institucional” por parte del Consejo Directivo Central de la Administración de
Educación Pública. Agradezco especialmente al Consejero Juan Gabito, aquí presente,
por haber sido la referencia y el apoyo incondicional, y por estar permanentemente
abierto a nuestras propuestas e iniciativas. Agradezco también al Director de
Comunicación Institucional de la ANEP, Marcelo Uruzábal, con el cual tuvimos largas
charlas e intercambios.
Finalmente, el 29 de diciembre de 2022, casi al finalizar el año, obtuvimos la
declaración “de interés nacional” por parte de la Presidencia de la República. Así que
agradezco también al Secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, que no ha podido
estar aquí hoy presente con nosotros.
Con este respaldo institucional tan importante para nosotros, lanzamos este concurso
que tenía ocho grandes líneas o temáticas de investigación. Se presentaron un total de
15 trabajos, de los cuales 7 se refirieron específicamente a una de esas líneas de
investigación: las mujeres varelianas, las mujeres de la Reforma vareliana. Es
significativo que haya habido tanto interés en poner de relieve este aspecto.
Pero el mayor de los agradecimientos es para este equipazo: el jurado integrado por el
Profesor Emérito Agapo Palomeque, la Dra. Susana Monreal y el Dr. Leonardo Guzmán.
¡Palabras mayores! Los que están cercanos al mundo de la educación, saben que este
jurado es de primerísimo nivel. Se han reunido aquí, en esta sala de la FOIP, han leído
cada uno de los trabajos, han hecho observaciones y puntualizaciones y han
seleccionado los trabajos premiados y mencionados. Entonces, por el esfuerzo
realizado, por el tiempo dedicado, ¡gracias especialmente a Uds. por todo lo que han
hecho por este concurso!”.
ALFREDO ALPINI
“Quisiera agradecer a la Fundación Omar Ibargoyen Paiva. Cuando me presenté al
concurso no sabía lo que iba a pasar. ¡Feliz de estar acá y de haber ganado el segundo
premio! Mi tema no era exclusivamente sobre la obra de Varela. A mí lo que me
interesaba era las funciones del Estado antes de la Reforma vareliana, qué había
tomado Varela y qué hacía el Estado a fines del siglo XIX. Me interesaba especialmente
el tema de la policía, que era la que aplicaba la obligatoriedad antes y luego de que
comenzara a aplicarse la Ley de Educación Común de 1877. La policía tiene unas
funciones muy importantes, que después se van a ir acortando. Muchas gracias
también al Jurado, a Susana Monreal, Agapo Palomeque –que lo conocemos desde
hace años– y a Leonardo Guzmán”.
SUSANA ESPIGA DORADO
“Quisiera destacar la generosidad de Alfredo Alpini, que me avisó de este concurso. Lo
cual en el ámbito académico a veces no es tan común. Y creo que eso habla de él como
colega y como amigo. Al igual que él, yo tenía expectativas. El hecho de que los
trabajos fueran anónimos nos parecía interesante.
Celebro la línea que se planteó como espacio para trabajar sobre las mujeres. Hace dos
años estaba en un congreso de la Sociedad Uruguaya de Historia de la Educación
(SUHE), y se hizo una mirada latinoamericana a los pedagogos, donde no había ni una
sola mujer. Eso era muy fuerte para la historia de la educación, era un relato
inconcluso, era una narrativa incompleta. Y de ahí surgió mi propuesta para este
concurso, que comenzó un poco ‘peleando’ en el primer párrafo, señalando la
ausencia y la carencia de la visibilidad del aporte de las pedagogas de fines de la
Reforma vareliana, pero que continuaron. Hay puntos de inflexión en la historia de la
educación, como puede ser Reina Reyes, pero mujeres pedagogas hay antes y hay
después también. De ahí la propuesta de seguir investigando y pensando narrativas
más inclusivas.
Agradezco a la Fundación Omar Ibargoyen Paiva, agradezco el espacio, agradezco la
lectura atenta y comprometida del tribunal, que genera un poco de miedo. Pero era un
compromiso para uno que investiga hacer un producto serio y responsable, y eso se
sintió. Muy agradecida también a mi familia, que me acompaña en todo, porque le
quito mucho tiempo. En la investigación se dejan muchos tiempos y espacios de lado,
así que ¡más que agradecida!
Con Agapo Palomeque, y también con Alfredo Alpini, somos integrantes de la Sociedad
Uruguaya de Historia de la Educación. Él después nos felicitó y se alegró mucho,
porque también es un mérito para esta Sociedad que es muy pequeña y trabaja a
mucho pulmón”.
AGAPO LUIS PALOMEQUE
“La sorpresa de encontrar que una gran mayoría de los postulantes a este Concurso
quiso conectar la figura de Varela con la mujer, me llenó de regocijo. Porque hace unos
años unas pocas personas fuimos, diría yo, ‘redescubriendo’ –porque está todo
escrito– que Varela fue el primer intelectual del país que dijo claramente que entre el
hombre y la mujer no hay diferencia de esencia. Por lo tanto, si hombre y mujer
–razonamiento de Varela– tienen idéntica naturaleza, los derechos que la mujer
reclama no deben ser ‘concedidos’ sino ‘reconocidos’.
No lo inventó un hombre, lo inventó una profesora, que curiosamente no era
pedagoga, sino profesora de lenguaje. Y lo hemos desarrollado nosotros. Yo hice un
pequeño trabajo que se llama “La participación de la mujer”, que rescata ese
descubrimiento y un poco opaca la vieja tradición de identificar a Varela con la tríada
‘gratuidad, obligatoriedad –de la educación, no de la enseñanza– y laicidad’.
Todos estos conceptos fueron trabajados antes y algunos estaban vigentes mucho
antes de Varela. La gratuidad de la educación pública es de 1827, en plena guerra
contra los luso-brasileños. El caso de la obligatoriedad fue trabajado teóricamente por
muchísimos pensadores, incluso está en un proyecto constitucional de la época
artiguista. Y lo de la laicidad –en mi opinión– en materia religiosa, es discutible.
Pero de lo que no hay duda, es de que Varela fue el primero que dijo que hombre y
mujer pertenecen a una misma naturaleza, tienen la misma esencialidad ontológica y
por lo tanto, aunque no quieran –esto lo dijo él– y aunque no lo sepan, hay que
reconocérseles los derechos laborales, frente al esposo, familiares, cívicos, etc. ¡Así
que me alegro muchísimo que el tema de la mujer y Varela vuelvan a aproximarse!”
SUSANA MONREAL
“En primer lugar, felicitamos a la Fundación Omar Ibargoyen Paiva por esta iniciativa,
que realmente tiene algo de original, porque están abriendo estas celebraciones de los
150 años de ‘La Educación del Pueblo’ cuando todos hablamos de Varela, pero son
pocos los que lo estudian, y son todavía menos los que lo leen. Entonces tal vez esto
pueda ser una motivación para que unos cuantos tomen ‘La Educación del Pueblo’ y
vean en esencia todo lo que Varela propone. Y una de las cosas más interesantes
también, son las lecturas que hay atrás de Varela, quiénes lo acompañaron en su
proceso de elaboración de ideas y de propuestas.
En segundo lugar, quiero también agradecer a mis egregios compañeros de jurado.
¡Para mí ha sido un honor! Agapo Luis Palomeque es ciertamente el mayor especialista
en José Pedro Varela que tenemos en el país, y él lo maneja siempre con una humildad
muy grande. Y muchas gracias al Dr. Leonardo Guzmán, que sabe poner su cuota de
sabiduría en cada etapa del trabajo. Lo digo porque fue realmente una ‘fiesta’ la labor
del jurado, en una armonía total, y donde realmente coincidimos fácilmente en
destacar los trabajos que fueron destacados.
Y finalmente, felicitaciones a quienes han sido premiados y distinguidos. Esto ya se ha
dicho, pero es muy cierto que la línea de trabajo de las maestras varelianas fue
especialmente destacada, y lo celebro. Entre otras cosas, porque estoy convencida de
que ellas fueron las verdaderas obreras de la Reforma. ¡Las que hicieron la Reforma
fueron las mujeres! Cada una en su clase y donde estuvo trabajando y formando a
otras maestras.
Pero es muy interesante cómo los primeros premios fueron hacia distintas temáticas.
Claramente Silvana Espiga (primer premio) presentó un trabajo excelente sobre las
maestras varelianas olvidadas, lamentablemente. En segundo lugar, hubo un trabajo
de mucha calidad (de Alfredo Alpini, segundo premio) sobre gratuidad y
obligatoriedad. Y en tercer lugar tuvimos un trabajo muy iluminador (de Marcela
Guerrero, primera mención), sobre las reacciones en el protestantismo metodista
frente a la Reforma vareliana. Creo que esos aportes son variados y son por cierto muy
enriquecedores.
Felicitaciones también a la Fundación Omar Ibargoyen Paiva, y muchas gracias a Pedro
Gaudiano que ha sido el constructor oculto de las pequeñas tareas”.
LEONARDO GUZMÁN
“Voy a tratar de ser breve, aún cuando los recuerdos –como enseñó Juan Carlos
Patrón– al llegar, llegan al trote, y para ‘dirse’ son lerdos. Tuve el privilegio de tratar en
profundidad a Omar Ibargoyen Paiva en la etapa precisa en que él dejó la
preocupación jurídico-institucional –era abogado, pero no ejerció–, y el
enfrentamiento en términos político-polémicos –su postura siempre fue antitotalitaria
y democrática, no cambió en eso–. Pero un día, el año 1954, este hombre va a México
a un congreso, y de allí viaja a Suiza, y en Caux-sur-Montreux conoció el Rearme Moral:
un movimiento minoritario, como generalmente son todas las grandes empresas
afirmativas de valores, no hay multitudes inicialmente cuando empiezan. Pero un
movimiento fundado en la convicción de que la humanidad iba a cambiar si se
cumplían cuatro principios absolutos: amor absoluto, desinterés absoluto, pureza
absoluta y honestidad absoluta.
Desde 1954 hasta ahora han pasado 69 años. Nadie podría decir hoy que esos
principios no son necesarios. Nadie podría decir hoy que esos principios son una
antigüedad o son un imposible indeseable. Será difícil conseguir su vigencia. Pero ¡Uy,
Dios, que duele ver cómo se violan esos principios y qué daño se hace a la convivencia,
al estado de derecho y a las posibilidades de la persona humana, en la medida en que
se ensombrece, en lugar de iluminarse, la vida pública!
Omar Ibargoyen tomó ese camino que luego lo llevó a fundar el movimiento ‘¡Viva la
Gente!’ con el cual recorrió América predicando la importancia de la conciencia
personal. Hacía cuestión de fe, pero hacía cuestión de razón. Daba muy buenas
motivaciones para que uno se tomase en serio ese tipo de inquietud.
Él, con su propio sacrificio y el de su esposa, Jeanette Alonso, institucionalizó la batalla
por esos ideales. En otros costados, otros tomamos otros caminos. Pero en esta rueda
de gente que viene por un motivo tan alto y de orden público –porque hay cuestiones
de orden público-espiritual– debo hacer la confesión de que esa preocupación del
trabajo interior, personal, para ponerse en buenas condiciones de vivir no solo para
uno mismo sino para el otro, sigue siendo una cálida obsesión que a esta altura cultivo
lo mejor que puedo. Tengo a mi lado, aquí presente, a mi querida esposa, que es
testigo de que la última vez que estuvimos leyendo libros con mención espiritual, fue
ayer; y la próxima vez será no más allá de mañana o pasado.
¿Por qué hablar de esto? Porque había una fuerte tendencia que Ibargoyen adivinó. La
tendencia a abrazar posiciones materialistas, inmediatísimas, un pragmatismo
absoluto, sin principios, sin valores de fondo. Y esa tendencia no era únicamente
nacida por una filosofía materialista del género materialismo histórico, sino también
era el fruto de una progresiva visión de la vida como lucha por lo material y nada más
que por lo material. Omar Ibargoyen Paiva hizo todo lo que pudo para afirmar valores
espiritualistas.
Es del caso recordar que en el Uruguay existió una fuerte polémica entre laicos que
separaban la Iglesia y el Estado, y católicos que sostenían lo contrario, que el Estado
debía inspirarse en principios católicos. Pero esa fuerte polémica no fue entre
materialistas laicistas y entre católicos convencidos de la unidad entre el Estado y el
catolicismo.
Esa fuerte polémica en realidad fue porque hay dos bandos en batalla y postura
espiritual, y con una fuerte oposición de los dos bandos a las visones materialistas,
deterministas, que creían poco en el albedrío, que creían poco en que la historia fuera
un quehacer de conciencia para las personas, las comunidades y los pueblos.
Ibargoyen en ese punto tenía una posición muy clara y es de orden decir que en el
punto de partida de este concurso estuvo vigente ese género de reflexiones.
También es de orden decir, en lo personal, la gratitud que tengo por haber tenido
diálogos excelentes con los integrantes del jurado, a los cuales conocía de más lejos
que ahora, y me enriqueció el ánimo. Es una enorme alegría que haya gente con
formación histórica, que viniendo de la historia pasa al mundo de los conceptos, y de
ahí desemboca en afirmaciones que hemos leído en los trabajos de los concursantes,
afirmaciones que tienen que ver con la Filosofía.
El vínculo entre Historia y Filosofía llega al extremo que un gran hombre que nos
sostuvo el alma cuando nosotros escribíamos contra la dictadura en el hoy
desaparecido diario ‘El Día’, Benedetto Croce, decía que la Historia bien entendida
desembocaba en un procesamiento de conceptos que significaba entrar directamente
a la Filosofía. Y llegaba hasta el extremo de afirmar que Historia y Filosofía en la vida
práctica de los pueblos, se confunden. Eso está dicho en el hermoso libro que se llama,
en su traducción, ‘La Historia como hazaña de la libertad’, que leímos muchos de
nuestra generación, y que en italiano tiene un nombre más expresivo: ‘La Storia come
pensiero e come azione’, que quiere decir, ‘La Historia como pensamiento y como
acción’.
Si a la gente joven que está acá podemos volver a convencerla, igual que a tantos
jóvenes en el pasado, de que mucho más se va a hacer afinando el pensamiento que
creyendo que el determinismo externo nos va a cambiar la vida, estará ganada la
batalla de Omar Ibargoyen Paiva, de su señora, y mucho más que eso, de todos los que
defendieron el espiritualismo en las polémicas del siglo XIX que motivaron la
separación de la Iglesia y el Estado en la Constitución de 1918. Y sentiremos algo más:
¡sentiremos que habrá valido la pena haber vivido!”.
JUAN ANTONIO GABITO ZÓBOLI
“Se podrán imaginar que solo por razones protocolares me toca hablar en último
término, porque de ningún modo correspondería hacerlo después de tres
intervenciones del fuste de las que tuvimos.
Yo solamente quiero una vez más felicitar a la gente que ha sido la que trabajó y la que
fue premiada, felicitar al Jurado, agradecer a la Fundación Omar Ibargoyen Paiva por
haber organizado este concurso y compartir con ustedes solo un par de reflexiones, o
quizá tres.
Primero, la importancia de que existan asociaciones civiles, es decir organizaciones de
la sociedad civil que postulen, que mantengan determinados ideales y que nos
impulsen a pensar en ellos y a comprometernos. Las instituciones públicas tenemos
determinados objetivos, las no estatales también. Pero tenemos en común el hecho de
que las personas pasamos, y lo que importa es mantener esa institucionalidad y la
búsqueda de esos objetivos. Quería referirme un poco a eso en el sentido de que
estamos justamente en el ámbito no estatal, pero sin embargo coincidiendo con
muchas de las cosas que nosotros tenemos que procurar que sean realidad en el
ámbito público.
Luego, para ir un poco a lo más polémico, y ya que acá hay gente que le gusta
investigar y pensar, invitar a reflexionar sobre dos cuestiones.
Primero, el concepto de laicidad referido al fenómeno religioso casi no cuesta
explicarlo, casi no cuesta decir que es algo que tenemos que aceptar, ya a esta altura.
Pero nadie piensa del mismo modo o lo acepta tan fácilmente en relación a la laicidad
desde el punto de vista ideológico y político. Es decir, el respeto de la conciencia del
otro y particularmente de un ‘otro’ que es muy frágil, que es el educando, sobre todo
el educando menor de edad. Yo creo que ahí hay mucho más para trabajar todavía,
porque hay gente que no lo entiende de ese modo.
Y en tercer lugar, y más polémico todavía, es algo sobre lo que ha escrito Palomeque,
pero quiero decir que tendríamos que reflexionar: sobre la diferencia entre hacer
educación y hacer política. Varela tenía sus ideas políticas, tenía su convicción, tuvo su
actuación política. Pero llegó a la conclusión de que para cambiar la sociedad tenía que
empezar por la educación. Y trabajó con un dictador, vamos a decirlo así, trabajó con la
dictadura. Y eso no quiere decir que abdicara íntimamente de sus principios. Pero
antepuso el bien común o el objetivo final.
Hoy en día eso sería impensable. Hoy en día pensar que alguien pudiera dentro de un
régimen de facto dedicarse a la educación y solo a la educación, me resulta difícil de
aceptar. Pero yo los invito a que reflexionemos sobre eso porque estamos justamente
en un punto en que muchas veces las ideas políticas, y sobre todo los objetivos de
carácter político, enturbian un poco la reflexión y el debate en relación a lo que es
bueno o malo para hacer en educación y sobre educación. Así que los invito a
reflexionar sobre eso, y les agradezco una vez más que me hayan permitido participar.
¡Felicitaciones!”.